SIMPLE GRIS
Caminé sin cuidado, observando cada rincón, cada planta, cada flor, sin darme cuenta que el piso por donde iba tenía un desnivel, un viejo escalón que ya casi no existía. Trastabillé y si no fuera por el buen equilibrio que todavía me acompaña, hubiese enterrado mis narices en el simple gris de una enorme mata que cubría un viejo cantero. Sobrecogida permanecí inmóvil frente a esa imagen que parecía un sueño. Mi corazón latía conmovido como si el pasado hubiera retornado a mí en aquel instante. En un abrir y cerrar de ojos desfilaron imágenes inconclusas y descoloridas. El extendido gris se repetía, desde aquella primera vez que vi esa planta rodear el sitio donde fuera su última morada, la de uno de mis seres más queridos.