Briosa la luna
con rocíos tibios
pintó de aceituna
los campos de espuma.
Parpadeante
brilló la lucerna
y el reloj paró
en punto a la una.
Al amanecer
bajo la misma luna
iluminé mi rostro
con tus letras de tuna.
No había espinas
en esas palabras
de trenzas sonrientes
y abrazo de cuna.
Malania
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