ESCARCHA OTOÑAL.
La escarcha
cubrió las heridas
del pastizal reseco
La luna
bañó con sus claros
del mar se hizo eco
La ducha
tibia amanecida
se transformó en el tiempo
Quitó horas al día
y en remolineo
cabizbajo y retraído
acabó perplejo
en el umbral rojizo
de una nube sin fin
que en soledad
bautizó desierto
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