Caminaba por la sombra
esquivando la acera del sol
No quería que fuera cierto
lo que sabía era verdad
No terminaba de entender
lo que sería su vida sin él
porque a su lado se sentía feliz
Con sus ojos trémulos la mirada perdida
en la fosforescencia del horizonte
caminaba y respiraba sin prisa
como para aplacar su pálido semblante
La hizo tan pero tan feliz
cuando provocaba en ella
que se encendieran y brotaran
los capullos de su blanco pecho
Horas felices sazonadas
con cálido sudor malva
en incandescentes mañanas madrugadas
o atardeceres en mediodía
Ella deseaba que se quedara
no quería que el momento acabara
en ese silencio interior
que se rompía con un ah!!!...
prolongando atardeceres efímeros
de un amor sin porvenir
Pero el presente era tan grandioso
cuántas veces!...
al sentir el escalofrío de las brasas atónitas
en sus pupilas y todo su cuerpo
cuando en la sombra apenas iluminada
percibía en su lecho
la inconfundible fragancia de su amado hombre.
Malania
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