jueves, 16 de noviembre de 2017

JANGADA




No quería retroceder 
aunque lo atacara una pertinaz jaqueca 
y sus ideas estuvieran desparramadas 
en una envolvente ensenada vieja.
Ya no era un zagal 
había pasado  hacía varias décadas 
desde aquel amor 
al que nunca pudo olvidar. 
Sus lágrimas eran torrente 
cada vez que la recordaba 
en sus paseos por salinas desoladas 
los verdes bosques o los jardines floridos 
en veraniegas alboradas.
Hoy solo quedan 
cataratas de aguas oscuras 
y con ellas una incipiente idea 
la de dejarse oxidar por la humedad 
y convertir la fe en un rayo de luna 
                                                              Malania

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