Anoche quise escribirte
para decirte lo que siento
las sílabas y las palabras
se detuvieron en el tiempo,
prefirieron volar con el viento
o tal vez navegar solitarias
en un raudo velero.
Sin dejar dormir ni al mar
nada se conjugaba.
Tú te creías condenado
como un hombre pintado
en un mural desierto
con tus músculos y tus huesos
entumecidos por los sucesos
mientras el mar bullía
contra la roca gris
sin brindar ningún aliento.
De pronto nació tu sonrisa
como de un meteorito holístico
caído de un horizonte pírico
con tintes de poeta impetuoso
con la frescura del amanecer embellecido
Mi voz interior no cesa
pero la sorna te envuelve
en el pragmatismo de vida.
Malania
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