Se siente
azotado el almirez, sin poder refutar al gravoso ser que actuaba con autonomía.
Su antítesis
no respondía a la normativa del ostentoso habitáculo.
No existía
posibilidad de acuerdo alguno.
Agitadas
gotas carmesí nacían del almirez. Cuando
el ser vio que el ajo no era blanco sino rojo, no le importó reemplazar el
manjar por una frugal e ínfima comida.
Desde entonces
pudo el ser darse cuenta de que no siempre lo que se machaca huele y gusta,
porque si el otro sangra no se puede vivir normalmente.
La sencillez
de corazón, la paz que se transmite al otro, un abrazo sincero, es lo que nos
hace sentir bien.
Malania
Imagen de
la red
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