La
niebla vagaba por la pradera sin ánimo de desaparecer.
El
viento la barrió hacia el norte con la intensión de alejarla.
Según
él, ella eclipsaba el paisaje verde y azul.
Quizás
en su glosario no existían definiciones lascivas
y su
enfado, si bien no era ostensible, latía.
Hoy,
ninguno de los dos piensa de manera sistemática como ayer.
Ella
es como un benteveo atesorando pedacitos de luna en el hueco de un árbol.
Mientras
tanto, él atesora algodones de nubes azules, en su agitado corazón.
Malania
Imagen
de la red.
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