¡Vamos!
Hoy empieza un
nuevo día.
¡Ánimo!
Ya he dado mil
vueltas en la cama antes de poner los pies en el piso.
Y si no es eso,
me pongo a mirar un rato el cielo raso buscando figuras dibujadas en la madera
por orden de la naturaleza.
A veces hablo
sola, con las plantas, con las perras, con el perrito del vecino que quiere
conquistar a la más chiquita de las mías cuando está en celo. Murmuro dando
gracias por las cosas que me rodean, sobre todo por mis seis sentidos, sí, dije
bien, seis. El de la intuición es por demás importante para escoger el camino correcto.
Cuando desatiendo mi voz interior con seguridad caigo como un chorlito.
Y pienso que es
amargo no estar cerca, no poder verte, pero si desaparecieras sería mucho más
dura mi vida. Es pensando en ti todas las mañanas, me doy cuerda y el día
comienza con optimismo.
No entiendo a
aquellos que dicen que nada tienen que hacer. Siempre hay algo que hacer, algo
útil para dar valor al día en que estamos.
Mientras
escribía escuché aplausos. No, no eran aplausos, era el hijo de otro vecino que
llamaba para que le pasara la pelota. Juegan en la calle y de una fuerte patada
el objeto redondo como la luna, vino a parar al patio de mi casa. Me pregunto
cómo los padres de esos niños les permiten jugar en la calle.
¡Ánimo! Ya comenzó un nuevo día.
Malania
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