Escucho los largos silencios
están vivos y me poseen
como puntos cortados
o blancos repentinos en larga lucha
de porqués sin respuestas
que aligeran a través de sus volados
el aire compacto de mi habitación
atestada de fabulosos fantasmas
que lo atraen hacia mí.
Escucho la respiración
del que fue mi amado
los adornos bordados
por sus dulces labios.
A veces sus palabras de seda
se esparcen sutilmente
a lo largo de mi almohada
y penetran en mi mente
por sus juegos concentrada
ligadas a mi cuerpo
como fragmentos de plata
porque sus poemas
perlan mis recuerdos.
Malania
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