Sus palabras iluminaron mi rostro
la mirada de sus acastañados ojos
encendieron mis mejillas
pintándome de amapola.
Entre nerviosa y aturdida
exhibí mi verdadero nombre
él me agradeció el gesto
con una encantadora sonrisa.
Será intuición o inteligencia
que todo lo controla
que actúa sin actuar
o simplemente fue que
me quiso acompañar.
Mi torpe corazón
de nada se percató
con sutileza algo susurró
y al roce de brazos
nuestro andar se armonizó.
Soslayando su destino
un dulce beso me dio
y en un apretón de manos
sentí mi humedad y su calor.
Malania
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