Aquel primer encuentro Como estatua viviente, muy ansiosa, impecable. Estalló en un beso, tu mirada penetrante. Se mezcló entre la gente, en hora pico y sol radiante de un movido Caballito a esa hora de la tarde. Tu mano rozó la mía, como apresurando el vamos, que pronunciaron mis labios, en intento de alejarnos del murmullo de la gente, que el café había inundado. Me ayudaste con mi abrigo, a ponérmelo despacio emprendimos un comienzo, las escaleras abajo caminando lentamente, hacia el coche que abordamos hasta el nidito de amor, nos sumergió con encanto. Tus abrazos y tus besos, me regalaron un cambio, con incógnitas y sorpresas, con sonrisas y entusiasmo. ¿Sería la única vez? me preguntaba pensando ¿Tal vez el comienzo de algo?... Dudaba ante ese encuentro de calor inigualable Tu sonrisa con la mía se entremezclaron al aire. Una pasión ardiente recorrió mi piel a mares, confundiéndome en la tuya con temor a enamorarme de esa bella estatua viviente que muy puntual y sutil fue a encontrarme.