viernes, 20 de marzo de 2015

Viernes
Una espina plateada
Cubierta de grises la mañana.
El desencuentro se hizo presente
En búsqueda de tus huellas
Llegué hasta ti.

El aire de amor  destruyó el tedio
Aquel primer encuentro
Como estatua viviente, muy ansiosa, impecable. 
Estalló en un beso, tu mirada penetrante.
Se mezcló entre la gente, en hora pico y sol radiante
de un movido Caballito a esa hora de la tarde. 
Tu mano rozó la mía, como apresurando el vamos, 
que pronunciaron mis labios, en intento de alejarnos
del murmullo de la gente, que el café había inundado. 
Me ayudaste con mi abrigo, a ponérmelo despacio 
emprendimos un comienzo, las escaleras abajo 
caminando lentamente, hacia el coche que abordamos
hasta el nidito de amor, nos sumergió con encanto. 
Tus abrazos y tus besos, me regalaron  un cambio, 
con incógnitas y sorpresas, con sonrisas y entusiasmo.
¿Sería la única vez? me preguntaba pensando 
¿Tal vez el comienzo de algo?...
Dudaba ante ese encuentro de calor inigualable
Tu sonrisa con la mía se entremezclaron al aire.
Una pasión ardiente recorrió mi piel a mares,
confundiéndome en la tuya con temor a enamorarme
de esa bella estatua viviente que muy puntual y sutil
fue a encontrarme.