lunes, 30 de noviembre de 2020

POCILLO DE CAFÉ

 



UNA HISTORIA EN UN POCILLO DE CAFÉ

Sentado en una esquina

sus palabras nacen

como agua de vertiente

para hacer de ellas

un precioso poema

donde laten

el naciente y el poniente

de un horizonte

olvidado

hoy no contemplado.

El aroma del café

le susurra una historia

acariciada por el vapor  

que emana de la taza ardiente

Malania. 



domingo, 22 de noviembre de 2020

SUEÑOS Y REALIDADES

 



Un laberinto de palabras

se dibuja con desvarío por tu espalda

unas con aceite, cinceladas

otras por tus muslos aleteadas

bajo sábanas blancas azuladas

Sin parar mis manos antojadas

llegan a tus blancos pies

que sobresalen de mi cama

al otro extremo

de almohadas arrugadas.

En un respiro que sopla

desde el fondo del alma

queda atrás lo incierto

pintado en puntos suspensivos

cautivos en madrugada.

 

Ante el testigo espejo

nace el recuerdo

transformado en deseo

late en el tiempo 

como aquellas mañanas

entre cálidas y frías

de encuentros y secretos.

Malania

Fotografía de la red.

viernes, 20 de noviembre de 2020

TE QUISE, TE QUIERO Y TE QUERRÉ

 


Tú, allá

con tu falsa lágrima

o tal vez, real

y tú la detienes.

Oculta la prefieres.

 

Yo, acá

habitante con boca seca

con mojadas cejas

se me han borrado

hasta las oscuras pecas.

 

Te busco y te miro

una y otra vez

son tantas las veces

que la imagen se me aparece

casi sin buscarte.

 

Malania

Fotografía propia.

 


domingo, 1 de noviembre de 2020

CON PÉTALOS DE ROSAS

 




Un marginado vagabundo, entibia su cuerpo con el resto de un abandonado café, en una mesa solitaria con huellas de lágrimas de ausencia. El único local rodeado por árboles frutales, no hay otro que abra sus puertas antes de que salga el sol y cierra pasada la media noche. 

Errante camina por calles de tierra juntando pétalos de rosas deshojadas por el viento y escorias de un fingido jardín sin dueño. Prepara su cama con cartones y restos de algún lienzo deshilachado. Apoya su cabeza sobre una bolsa de un raso viejo, atada en un extremo con una suerte de bretel, que bien pudo haber sido un camisolín de una dama olvidada (o no).  Desde adentro crujen hojas secas y más pétalos de rosas rojas que hacen las veces de una improvisada e incómoda almohada, donde el rojo se volvió amarronado por las huellas del sucio terreno donde es apoyada. 

Flemático al despertar acomoda su cabeza y besa su “almohada” como si a alguien recordara. Recoge los cartones acomodando uno a uno bajo una cimbra enmohecida, a la que el pasar del tiempo borró todo rastro de pintura. Arranca unas hojas de hierba que para él son depurativas y vuelve a las calles terradas y otras empedradas, con la compañía de algún perro abandonado y bajo el brazo, su almohada. La claridad del día le indica el camino hacia el único café que abre sus puertas antes de salir el sol.

Autora: Elsa Luchechen

Pseudónimo: Malania Nashki

Fotografía de la red.