Conmovido por el paso del tiempo
imaginó sin fundamento
cada arruga aun inexistente
una línea convertida
en pliegues de humo de cortina
esa que tapa los ojos para no ver la realidad
sin ánimo de vencer dificultades y ser feliz.
La rigidez de su pensamiento
volvió torvo su rostro y su humor desapacible.
Sus abstracciones lo habían transportado muy lejos
y su autoestima no le servía siquiera para limar hilos de seda.
No quería que otra tormenta estallara
al simple rachear del viento
No se animaba a subirse al crucero del placer.
Malania