jueves, 20 de julio de 2017

ELLA ELINA


Desde el ventanal de cristales rasguñados 
su corazón se acelera virando su  peluda cola 
mientras  los estridentes pájaros 
con sus malabares  
la inducen a dar saltos en el aire. 
De la bandada  sobresale uno
el de color tostado 
de cabeza nevada y cuerpo dorado  
Juega a las escondidas y ella enloquece 
él le arroja flores de lapacho rosa 
y ella las besa acariciándolas 
al compás de la llama roja 
de su corazón exaltado. 
Entonces recuerda:
Él la despertaba todos los días 
se le había hecho costumbre 
darse besos madrugados 
con o sin razón, a plena lumbre.
Pero una mañana extraña 
él se quedó dormido, o tal vez no 
y ella lo esperó 
durante todo el día, la noche, al otro día 
y sucesivamente hasta hoy lo espera 
pero nadie le dice qué ha sucedido 
adónde fueron sus vuelos 
dónde anclaron sus besos 
quizás en el viento 
o tal vez en algún mar del mismo universo. 
Hoy día trata de aplacar sus penas 
La humedad  de la lluvia 
y los tibios rayos del sol 
le brindan sustento.
                                                  Malania