EN ALGÚN LUGAR
Junto a la serna invernal
una trébede acogió sus
latidos.
Descargó su pesada mochila
mientras los piratas 
retumbaban aullidos 
y allí parafraseó un hológrafo:
la era de flores perennes
la dedicó a sí mismo
a las colmenas y peyotes
lo demás 
distribuyó al azar.
Clavó un espiche 
ató un ronzal rojo
otro blanco y amarillo
señalizando sus huellas.
Un silbido reverberó
en el amuso pulido 
en señal de libertad
para ingresar al limen.
Allí jaspeó y selló 
su epopeya de cupido.

 
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