SUEÑO Y REALIDAD
Mientras dormía,
una araña de cuerpo pequeño y largas patas, de color rosa brillante, correteaba
por el piso mientras tejía su tela entre sillones, mesas, y cuanto mobiliario
encontraba en su camino. Maru, mi diminuta mascota color canela, ojos saltones
y orejas erguidas, la perseguía. No supe distinguir si la quería ahuyentar o la
invitaba a jugar. Yo la corría para pisarla pero el invertebrado depredador  se divertía zigzagueando. Su agilidad le salvó
su  vida.                                 
 El canto del
zorzal me despertó. Mis  piernas tomaron
prisa sin igual, no debía perder ni un minuto. La ducha tibia ayudó a despejar
mi  modorra.  En la cocina las burbujas y el vapor del pico
de la cafetera indicaban el punto justo del agua para el café.  El aire corría diferente, se aproximaba el
gran momento. El medidor del tiempo señaló la media mañana. Los minutos se
acomodaban desplazándose con pereza de viernes, contrapuestos a mi corazón que
latía una vez más con entusiasmo. Y recordé aquella hoja, cuando lejos de ti,
navegaba por el mar calmo en tempranero paseo por la playa, hoja que dejó su
árbol y tomó el  camino naviero hacia el
amor, entregándome las caricias que tú me enviabas.  ¿Llegará nuevamente ese  día para regalármelas, para hacerme sentir que
vivo todavía? ...mi mente también nadaba.
El tiempo vuela a través del viento,  y el amor atraviesa  distancias. Allí estabas todos los días. Y
ahora mientras quizá mi mascota juguetea con la pequeña araña enredándose en su
tela,  me aferro a tu cuerpo entrelazando
nuestros brazos,  vestidos simplemente
con la tibieza de la piel. 
 
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