Nunca se sabe 
adónde se esconde lo peor 
como las barbas rojas del atardecer 
o las lágrimas grises de un día sin sol 
Se clavan aguijones en todo el cuerpo 
y amanece en esa casa oscura 
con olor a triste 
coleccionando un caudal de música: 
el chirriar  de las desvencijadas
puertas  
los crujidos del piso de madera de antaño 
y el borboteo de una olla 
donde hierve manzanilla y canela 
nadie sabe qué otros yuyos 
para su mal de amor  
Cuando lo vio flaco como hojitas de tomillo 
sintió el  ritmo seco y profundo 
que galopaba en  su corazón  
Él no quiso que se fuera  
y ambos contemplaron 
cómo las hojas, el polvo y las nubes 
se desplazaban con el viento 
No miraron hacia atrás 
y pensaron hacia adelante 
Ella preparó manjares 
y los más deliciosos postres frutales 
iluminada por  las estrellas 
Él cambió su aspecto y se volvió 
cariñoso, elegante y varonil 
Era la más fea de la ciudad, ella 
pero su corazón demostró su belleza interior 
Ambos disfrutaron en compañía 
hasta el fin de sus días. 

 
No hay comentarios.:
Publicar un comentario