Lentamente el atardecer
comenzó a caerles encima
con nubarrones de borrasca
que hacia el borde del mundo iban.
Abajo, al ras del agua
alanceaban con fortaleza
las crestas de las olas
borrando las malezas.
Un barco desaparecía a lo lejos
y con él, un corazón agrietado,
ojos taciturnos y labios tristes
de un insomne capitán desplomado.
Durante el viaje
escuchaba canciones de lástima
por sus poderes intactos abandonados
en aquellas llanuras inverosímiles
de pastos que el calor había dorado.
Dónde está la flor de la gloria?
y el retoño del acantilado?
Tal vez en un arco
de laureles de triunfo
o en una copa de vino
en su mano, intacta,
que aún no ha acabado.
Malania
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