Una vorágine sísmica
provocó el concierto
de tu corazón y el mío
cautelosos del mundo externo
conservando la dulzura del secreto
alejados de la envidia carnal
de transeúntes veraniegos porteños
supimos alejar
la cianosis amenazadora
que en cautivante ansiedad
palabras tras palabras
imagen tras imagen
pretendía injertar
su dosis moralista y embustera
para destruir nuestra felicidad.
Nada de eso ha logrado
y aquí estoy, y allí estás
esperándonos una vez más
y muchas veces más.
Malania.
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