Duele el alma
al ver la sangre
en tus venas hinchadas
por el cansancio de la tarde
que en vez de roja
se ha vuelto azul
por tu plegaria
esa que haces diaria
para extinguir
tus gruesas lágrimas
por un amor que está
pero que ya no lo quieres.
De pronto el paisaje
se contagia de tus penas
y se vuelve
bellamente azul
para acompañar tus letras
al compás de tus deseos
de no tener ningún desvelo
en noches sin estrellas
un deseo de ser
ni rosa ni negro
simplemente vertido
en un paisaje de cielo
siempre azul.
Malania
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