Las dimensiones
del imponente río
amedrentaba los
sentidos de los transeúntes.
Todo iba rumbo
al mar
guiado por la
corriente
apresurada por
llegar al final.
Intrépido el
navegante
se dejó llevar
ante la atónita
mirada
de curiosos bajo
sus paraguas
algunos
agujereados por el granizo
y desde lejos observaban
al arriesgado
navegante.
Tal vez irá a
parar a una tundra
o quizás
terminará en un safari
comentaban los
curiosos.
Ocultaba la razón
de su viaje
y la llama azul de
un día distinto.
Su gracia y su
perfección
habían
desaparecido
no era mejor ni
peor
solo era diferente.
No llegó ni a la
tundra ni al safari
navegó y navegó
y se hundió en su
propio destino
junto a un
herrumbrado tejado.
Malania
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