domingo, 24 de febrero de 2019

ECLOSIÓN ROSA




Los canes estragaban los jardines. Pero no sabían que allí estaba él, 

diligente, intrépido, perspicaz. Era como un nimio, todo lo quería 

perfecto.

Algo ocurrió de repente y comenzó a flaquear. No sabía si mirar 

por la ventana y espantar a los pájaros o cuidar los jardines y 

correr a los perros. No percibía en su mente qué cosa era lo que 

mejor convenía. No quería forzar sus pensamientos. Entonces 

decidido juntó hojas con frases y palabras, las disecó, las colocó 

en un mortero y las dejó reposar hasta el día siguiente. Cuando 

despertó, se dirigió al mortero con la idea de renovar su 

inspiración, quizás allí encontraría la poesía perfecta o el mejor 

de los poemas. Pero lo único que logró fue sacar a cucharadas 

letras sueltas.

Esperó al amanecer del otro día y emprendió una caminata. Ante 

sus ojos, estaban intactos los jardines.  Los canes lo saludaban 

agitando sus colas y jadeantes le sacaban sus lenguas. Decididos se 

armaron en carrera y confluyeron en un atajo bordeado de rosas 

blancas, rojas y rosadas. Los pequeños animales detuvieron su 

marcha y olfatearon uno a uno los capullos en eclosión. 

El nimio desde ese momento se convirtió en amigo de los perros.

Quizás los canes le ayudarán a inspirarse a escribir poemas y 

poesías.
                                                                                                                                                                                                   Malania
Imagen de la red

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