La carreta 
por fin alcanzó el mar 
y los niños 
respiraron convencidos 
de que allí iban a quedar. 
Cada cual 
frente al mar 
retuvo un tinte
un susurrar
una vibración 
una fragancia
un compás. 
Cada cual 
vivió 
a su manera
el gigantesco mar.
Un viejo vehículo 
los recogió.
En la baca
llevaba cajas 
con bacas 
y abundantes frutos 
jabuticaba, ubajay
guabiroba, cerella
y tantos otros 
frutos tropicales
que los niños 
pudieron disfrutar
durante el camino 
a ese desconocido lugar 
donde terminó su andar.
                                 Malania

 
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