Mantuvo algo arcano 
atrapado en el tiempo 
preso en el pecho
Se dejó arrastrar 
por un rÍo salvaje 
prisionero de su mente 
Sin poder contemplar 
la belleza de la naturaleza
se acartonó 
se vistió de gris 
Buscó la luz entre las piedras 
asido a la biela
ameró sus manos 
con la humedad de su gozo 
lejos del todo 
reducido a nada 
Atónito observó la cueva 
y dentro de ella 
su cuerpo cansado
tendido en el suelo 
En hierbas muy secas
recaló su tibia 
y dulce simiente. 
Ella estaba allí 
compartiendo su gozo
eternamente suya.
Malania

 
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