Montada sobre un sepulcral silencio
una madrugada
después otra, después otra más
y así sucesivamente…
se acoplaron el día y la noche
con un aire de vil crueldad
vagando por las orillas
del abierto ventanal
sin una letra, ni una palabra
ni una frase de amistad
menos una de amor
siquiera pintada con cal.
Pero a sus ruegos
de un mejor destino
acudió sin desatino
un duende angelical
la despertó a las tres
invitándola a navegar
por el mar de las gaviotas
concurrieron las marmotas
con dulces de toda clase
con flores en la alfombra
y aromando el universo
en cada mano una rosa.
Malania
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