Desde la puerta del
granero
hasta la muralla del
castillo
el hombre forzaba sus
músculos
remando en la triste
galera.
Los cuadernales ordenaban
letras
mojadas con ron y vino
tinto
formando palabras incoherentes
colgadas del flujo de un aire
ido.
Con poleas y aparejos
quiso adornar el castillo
se perdió en el intento
en innumerables mares
vecinos
Lo terminó pavonando
con aroma de tabonucos
y rodajas de membrillo
y a las resonantes velas
con la espuma de su estela.
Malania
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