Tal vez
nunca llegue a tus manos, se le cruzó por la cabeza a Eleesa, mientras escribía todo en su mente, tallando letra por letra las oraciones de lo
que sería su carta.
Querido mío:
No sé dónde estarás en este preciso
instante, quizás en el sur del horizonte
o en el centro del mapa. Hubiera querido que me retengas, o al menos que lo
intentes, el día que te conté lo de mi partida. No era inminente la decisión.
Si me lo hubieras pedido, quizás no hubiese tomado alas al vuelo. Prefería quedarme a tu lado aunque no viviese junto a
ti. Pero no dijiste nada, o sí, alentaste mi viaje como si no te interesara que
ya no estuviese cerca, como convencido de que era mejor que estuviera donde hoy
estoy y las razones no hacen falta recordar, porque ambos sabemos cuáles son. Si me lo hubieras pedido, hoy estaría allá,
cerca del hermoso parque, con amaneceres al compás del trinar de palomas, gorriones y el infaltable zorzal.
Pero no, aquí hay gorriones y ladrido de canes cuando pasa el camión de
madrugada para retirar los residuos que se esconden en negras bolsas, o algún
vecino madrugador que debe cumplir con su labor diaria y llegar a horario a su
trabajo. Yo ya no tengo obligaciones de horarios que cumplir, simplemente vivo.
Ese vivir sin ti se me pone cuesta arriba. Te extraño muchísimo y hasta me
animo a decirte lo que versa en una canción: “AÚN TE AMO”.
Malania
No hay comentarios.:
Publicar un comentario