martes, 22 de agosto de 2017

CIELO SIN LUNA


  De repente se volvió una niña, la niña mora,  en una casa vacía donde flotaba inseguro el aire húmedo,  entre el calor y el frío de un suelo sin piso, descubierta y sin techo  bajo el cielo sin luna  iluminado solo por algunas estrellas.
De pronto irrumpió en la Bahía desierta, una pequeña nave y después otra un poco mayor, ubicándose sigilosamente proa contra proa, como amantes que hubieran aprendido juntos todos los trucos de la nocturnidad
La niña aguzó sus sentidos para distinguir aquella voz áspera que se entremezclaba con el vaivén de las olas.
­¬ Dejaremos el elemento inventado en aquella casona abandonada  ¬escuchó detrás de una montaña de escombros para no ser vista¬  
Prefirió no moverse en esa noche desapacible, hasta quedarse dormida. 
Cuando despertó no pudo más que llorar de alegría, él estaba allí con la voz cambiada por el mal tiempo, y consigo,  el elemento inventado, esta vez descubierto bajo una gran manta. Era su regalo de cumpleaños.

                                                                                                             Malania

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