Sonrió ante
el espejo 
aspiró
el aire como si se asfixiara
y una
melancolía agriada envolvió su rostro.
Vestida de
humedad y niebla 
producto de
una ducha caliente 
sus
cabellos enzarzados, pensó:
“faltan tus dedos para peinarlos”
Varias
docenas de años 
van
cayendo sobre la espalda 
como
rocas desnudas y frías 
carentes
de solaz 
sin
posibilidad de cambio alguno.
                                                                 
Malania

 
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