Danzo
en mis recuerdos y observo 
como
esquiva los charcos, la gente
mientras
paseo
bajo
paraguas que camuflan soledades. 
La
lluvia cae fría
en
cascada de incógnitas 
cada
gota se estrella y salpica.
Cada
persona es diferente
mi
curiosidad me invita a saber de ellas
unos
visten elegantes, indiferentes
otros,
con ropas viejas atenuantes 
del
intenso y rudo frío reinante 
denotando
en sus rostros mustios 
el
vestigio de un tiempo olvidado. 
Quisiera
tener la bola de cristal
para
adivinar sus pensamientos 
sus
esperanzas y sus dolores cruentos. 
Saborear
con él sus escasas alegrías
sí,
con él, porque también está allí 
viendo
como el viento sacude 
las
hojas de los árboles 
y
alborota el humo del cigarro 
que
lleva en su temblorosa mano.
Mi
pelo a la par del viento
me
sugiere una propuesta de libertad:
“Llévame
en tu equipaje de alegría
mientras
camuflados entre las nubes
damos
un paseo por las estrellas”.
El
despertar vuelve mis ojos hacia el ayer
me
hace danzar en la belleza de sus letras 
en
palabras al amanecer
de
aquellos instantes impregnados 
en
su fragancia aromática especiada
y
en la humedad de su piel 
confundida
con la mía en la alborada.
                                                   Malania

 
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