En una noche oscura y fría 
Lina sentía el respirar de
los gorriones 
a través de la ventanilla de cristales
empañados 
en un bosque de almendros 
rodeado por un prado de margaritas silvestres
a orillas de un caudaloso río.
Las olas subían por la roca 
y luego resbalaban 
fluyendo por ambos lados 
pulimentando una piedra.
Las olas eran largas y profundas 
pero sin espuma que rompiera 
en sus crestas redondeadas.
Las gotas de lluvia 
se pegaban unas contra otras
con gratuita violencia  
como la que causaría el mar 
si estallara en espuma blanca.
En un profundo y embriagador sueño 
los rayos descarriados iluminaban su
sonrisa. 
Se dio vuelta, se volvió un ovillo 
y como caracol, durmió plácidamente 
hasta el primer trino de una calandria 
luego de una noche de lluvia tormentosa. 
                                                         
Malania

 
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