1.
Un hombre
precavido vio a una cajetilla que se suspendía en el aire. Pero como no era
tonto, sabía que eso era algo ilógico y misterioso. Apeló al acertijo y se paró
frente a la sala llena de espectadores que lo observaban atentos y rabiosos,
sobre todo aquellos a los que tapaba la visual de aquel grandioso espectáculo
que tenían en la enorme pantalla. A él no le gusta el cine, tampoco el teatro, pero ahí fue a hacer tiempo y pasar el rato mientras llegaba la hora de la bendita reunión de trabajo. Él no vio a nadie que llenara su curiosidad y
volvió a acomodarse y hundirse en su asiento mullido. La cajetilla cayó sobre
su regazo y dentro de ella había una nota escrita con tinta indeleble: Estoy
aquí, decía ella, a cinco hileras detrás de donde estás tú. Te envío un cigarrillo para que
lo disfrutes al terminar la función, mientras piensas en mí. Estoy cerca, y si
me llamas por teléfono, podríamos combinar una salida de esas que te gustaban y
me gustan, cualquier día de esta semana. Tomaremos café, agua o lo que
prefieras, en aquel bar de paredes vidriadas justo en la esquina.
Malania
Imagen de la red
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